He oído/leído que "El Árbol De La Vida" (Terrence Malick) se ama o se odia, pero no deja indiferente. Siento discernir.
Ésto no quiere decir que no me haya gustado, pero tampoco me ha impactado.
Ya había experimentado algo parecido con "Mr. Nobody" (me niego a mentarla con su horroroso título traducido), película que recomiendo, y que al igual que Él Árbol De La Vida, me provocaron preguntas similares aunque desde otro punto de vista.
La ganadora de la palma de oro en Cannes, consigue que te hagas preguntas, y te lleva a esos recuerdos que nadie más tiene, consiguiendo de éste modo que la experiencia sea diferente para cada persona y que cada uno entienda a su manera lo que ve. O lo que es lo mismo, comentarla después comenzando con aquello de "lo que yo he entendido es…"
Sensorial, conceptual y experimental, serían los calificativos que le daría.
Una historia sencilla y complicada al mismo tiempo; para ser vista en una tarde tranquila y café posterior en el que hablar de la vida, del mundo y del ser humano.
SPOILER
EEUU años 50. Familia-tipo de matrimonio y tres hijos, católica y tradicional.
Desde el comienzo ya sabemos que uno de esos hijos muere (R.L.), y será durante el desarrollo de la misma cuando le conozcamos a él, y a las consecuencias que su pérdida provoca. Mejor dicho, las preguntas y deseos causadas por su ausencia incomprensible.
¿Pero por qué muere? Si hablamos de lo meramente objetivo, el hecho de que te informen por carta significa que es una muerte oficial, podemos adivinar que militar y por el año en el que sucede, Vietnam. Sin ser nombrada, la guerra es el comienzo de las preguntas, en lo que he querido ver como una denuncia a la violencia o guiño pacifista.
Cuando conocemos su infancia, no concuerda que un niño que no quiere pelear, dulce y sensible, sirva al ejército donde finalmente encuentre la muerte, ¿o sí? En cualquier caso contrasta, como también lo hacen las figuras paterna (Brad Pitt) y materna (Jessica Chastain), el primero autoritario y estricto, y la segunda dulce y comprensiva.
Imposible no conmoverse cuando vemos a R.L. (Laramie Eppler o la miniatura de Brad Pitt) aprender a pelear casi obligado por su padre, o decir a su hermano que no quiere pelear, perdonando travesuras, tocando la guitarra mientras su padre toca el piano, o dejando caer su dulce sonrisa.
Intercalando presente, pasado y eternidad, conocemos a Jack, el hijo mayor, en el mundo presente (Sean Penn) que aún vive con el dolor de la pérdida de su hermano menor. Un papel pequeño, puesto que el protagonismo de la cinta se lo lleva de calle el niño-Jack (Hunter McCracken) y su expresiva mirada con la que parece decir todo aquello que el guión no pone en palabra.
Su evolución, como el primero de los hijos que experimenta el cambio a la vida adulta, su desilusión y sus deseos.
En la mayoría de sinopsis he leído que trata de su difícil relación con su padre, pero no lo veo así. Desea el bien de sus hijos y hacerles fuertes, aunque eso suponga hacerlo de forma equivocada, enseñarles valores como la inhonradez o la violencia en un entorno casi marcial. Al contrario que su madre, delicada y angelical, quien les inculca vivir amando como único modo de conseguir la felicidad.
El personaje que encarna Brad Pitt es difícil en sí. Sin embargo, se da cuenta de que estaba equivocado, lo que precisamente es recurrente, los personajes cambian, se equivocan, evolucionan, como el propio universo en el que viven donde todo se transforma, todos dejan de creer de alguna forma en algo, todos tienen redención.
La fé se convierte en el principio y el fin de las dudas, preguntar "¿por qué?" y cuestionar las decisiones divinas, pero sin dejar de creer en su existencia. Preguntarle a algo o alguien inconcreto e informe que no podemos ver y que lo domina todo. En un mundo que comenzó de la nada, y en la que nosotros somos una pequeña parte que ha llegado a lo que ahora somos.
En un final hermoso, imaginario, atravesamos la puerta de la realidad y nos encontramos con aquello que amamos, con lo que quisiéramos hacer si fuera un mundo ideal, con todos aquellos que han formado parte de nuestra vida; y les damos lo que necesitan: volver a la infancia, abrazar a quien ya no está, despedirnos de quien no va a regresar; y ser felices.
No hay que forzarse a entenderla para sentirse más "artista" o más inteligente que el resto; y aunque la última mitad de la historia se hace larga y en ocasiones tediosa, cada minúscula parte pretende ser parte de un mecanismo lleno de sentido y sensaciones; de imágenes evocadoras, con una factura fotográfica y una banda sonora envolventes e impresivas. Que éstas consigan llegar a todos por igual, es otra historia.
No me forzaré a que me apasione para afirmar que me ha gustado, aunque en algunos momentos me sobrara metraje, e incluso, me sobrara Steve (el hijo mediano) y algún "¿por qué Terrencemalick?" salió de mi boca, así, todo seguido.
Sin buscar respuestas, sino haciendo mis propias interpretaciones, entiendo que no son incorrectas por no coincidir con la del compañero de al lado. Al contrario, cada uno pensó alguna vez en su infancia algo que Jack dice en alto, pero a su forma, y eso precisamente es lo que la hace tuya.
Pero… ¿qué gaitas es la imagen borrosa de colorín?
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